domingo, 16 de marzo de 2014

PEQUEÑAS TRAGEDIAS COTIDIANAS

A woman's whole life in a single day. Just one day. And in that day her whole life (Ms Dalloway; V. Woolf)


No esperen de mí una historia con principio, trama y desenlace; ya saben que suelo hablar de sentimientos; me gusta dibujarlos en mi cuaderno de apuntes.

 Hoy les quiero proponer que piensen por un momento en el colegio donde tengan escolarizados a sus hijos, y preguntarles cómo lo sienten, cómo hablan con él, con la gente que vive en él, y por él; y sí, de él también. Me refiero a la gente que, como usted, por uno u otros motivos, lo vive. Bien, ¿cómo se relaciona con él?, ¿lo ha pensado alguna vez?, ¿cree que se relaciona lo mismo que con el instituto al que puede asistir su hijo mayor, o con la universidad, o con las diferentes instituciones educativas -o casi- a las que asisten sus hijos?

 Harto ya de estar harto, quiero escribir al menos estas reflexiones para sentirme un poco mejor; sí, yo; perdone que no piense tanto en su hijo o usted como sería mi obligación y le exprese directa y francamente que estoy contándole esto fundamentalmente por mi bien… y, sí, también porque creo que es justo y bueno que usted reflexione sobre ello. No se ponga así, no se altere… siempre tiene la opción de dejar de leer y punto, no le llevaré la contraria. 

Jugamos en el mismo equipo, trato de transmitir a los padres cuando tengo la oportunidad de hablar con ellos, una queja es un regalo, esta es su casa, siéntanse, siéntense cómodos y hablemos sobre lo que más aprecian, sobre sus hijos y su educación. ¿Por qué no? ¿Por qué no unas relaciones basadas en la confianza? ¿Qué pensaría si las relaciones en su familia estuviesen determinadas –burocratizadas- por una institución que les mandase de vez en cuando un inspector? Que no se podría hacer nada, que el miedo o la desilusión les agarrotaría, que para los asuntos de entidad están los tribunales, que quién va a saber más en su casa que ustedes… intuyo sus respuestas; lo que me atrevo a pedirles es que no deseen para el centro que educa a sus hijos el caldo de cocción base que no querrían ni en pintura para su familia.

 Sólo les pido que piensen en cómo les gustaría que fuesen los educadores de sus hijos… y los traten de manera que les sea fácil, posible, serlo. Nada más.

 Quien no entiende una mirada, no entiende una larga explicación. Este post es corto, deseo que lo recuerden la próxima vez que se encuentren hablando con la tutora, con el tutor de sus hijos. Más nada más.